Los relojes ya sean de pared o no, a pesar de ser uno de los objetos más cotidianos guardan en su interior un secreto por pocos conocido.
El reloj es una potente máquina que desarrolla una potencia de 0.00000001 hp. Su construcción requiere hasta 3500 diferentes operaciones que se realizan a tolerancias de hasta 0.001 milímetro, o sea 1/50 del espesor de un cabello humano. Sus piezas móviles efectúan un recorrido de casi 145,000 kilómetros en un cuarto de siglo.
El movimiento básico de un reloj de pared consiste en tres mecanismos.
El primero es el muelle real o motor. El segundo el tren de ruedas, una sucesión de engranajes que reducen la rápida velocidad que necesita para el segundero a las velocidades menores que se requieren para el minutero y el horario. Por último el escape, pieza que transmite la fuerza del muelle real a través del tren de engranajes a un índice preciso.
Sin el mecanismo de escape, los engranajes y las manecillas girarían hasta pararse rápidamente el muelle real. Este control consiste en la rueda de escape, la palanca o paleta de escape, el volante y el muelle delgado. Los dos diminutos dedos de la palanca de escape, una pieza con forma de horquilla que se balancea de un lado a otro, permiten que la rueda de escape avance un diente con cada oscilación del volante. En otras palabras el tic-tac que produce su reloj.
El volante oscila cinco veces por segundo -432.000 veces al día, 157,680.000 veces al año. La rueda de escape transmite la presión del muelle real a la palanca de escape. Esto empuja al volante, estirando al pelo, el cual vuelve a hacer oscilar al volante, a razón de cinco veces por segundo.
Los mandos de diferentes relojes son básicamente iguales, excepto por el suministro de fuerza. En los relojes convencionales, un muelle que se desenrolla hace girar los engranajes, mientras el mecanismo de escape regula la velocidad. En los relojes de cuerda automática, se aprovecha el peso oscilante para mantener el muelle enrollado. En los tipos eléctricos y electrónicos, el escape se convierte en el mecanismo, y no sólo en un regulador de velocidad. El tipo eléctrico es activado por una pila y una bobina móvil. En el tipo electrónico, las vibraciones de una horquilla afinadora hacen girar los engranajes y mantienen la velocidad constante al mismo tiempo.
Vamos todo un complejo secreto que nos marca nuestra vida.
El reloj es una potente máquina que desarrolla una potencia de 0.00000001 hp. Su construcción requiere hasta 3500 diferentes operaciones que se realizan a tolerancias de hasta 0.001 milímetro, o sea 1/50 del espesor de un cabello humano. Sus piezas móviles efectúan un recorrido de casi 145,000 kilómetros en un cuarto de siglo.
El movimiento básico de un reloj de pared consiste en tres mecanismos.
El primero es el muelle real o motor. El segundo el tren de ruedas, una sucesión de engranajes que reducen la rápida velocidad que necesita para el segundero a las velocidades menores que se requieren para el minutero y el horario. Por último el escape, pieza que transmite la fuerza del muelle real a través del tren de engranajes a un índice preciso.
Sin el mecanismo de escape, los engranajes y las manecillas girarían hasta pararse rápidamente el muelle real. Este control consiste en la rueda de escape, la palanca o paleta de escape, el volante y el muelle delgado. Los dos diminutos dedos de la palanca de escape, una pieza con forma de horquilla que se balancea de un lado a otro, permiten que la rueda de escape avance un diente con cada oscilación del volante. En otras palabras el tic-tac que produce su reloj.
El volante oscila cinco veces por segundo -432.000 veces al día, 157,680.000 veces al año. La rueda de escape transmite la presión del muelle real a la palanca de escape. Esto empuja al volante, estirando al pelo, el cual vuelve a hacer oscilar al volante, a razón de cinco veces por segundo.
Los mandos de diferentes relojes son básicamente iguales, excepto por el suministro de fuerza. En los relojes convencionales, un muelle que se desenrolla hace girar los engranajes, mientras el mecanismo de escape regula la velocidad. En los relojes de cuerda automática, se aprovecha el peso oscilante para mantener el muelle enrollado. En los tipos eléctricos y electrónicos, el escape se convierte en el mecanismo, y no sólo en un regulador de velocidad. El tipo eléctrico es activado por una pila y una bobina móvil. En el tipo electrónico, las vibraciones de una horquilla afinadora hacen girar los engranajes y mantienen la velocidad constante al mismo tiempo.
Vamos todo un complejo secreto que nos marca nuestra vida.